El glifosato, la minería y “este gobierno”.

Recibí la nota de un amigo sobre soja transgénica y sus consecuencias para la salud. No la he publicado aún, pero se ajusta a la verdad. El famoso glifosato es venenoso. Como también es verdad lo de la minería a cielo abierto. El cianuro con el cual se generan los procesos para lavar las extracciones, es nocivo para muchas economías regionales y de alto impacto ecológico.

Esa nota estaba adjunta a un mail donde se referenciaba al gobierno nacional como “este gobierno”, aduciendo que el mismo, nada hace por estos temas.
Me he preguntado por qué me enojan este tipo de planteos. Intentaré explicar.

Siempre me ha interesado lo social. No tanto la ecología que a mediano o largo plazo tiene altísimos impactos. Nunca vi compromiso en causas mediáticas como desempetrolar pingüinos o movidas de Greenpeace. Hace diez años leí “Úselo y tírelo”, un libro de Eduardo Galeano, y adquirí algunos fundamentos necesarios como para afrontar debates familiares o de amigos y no quedar como un desalmado cuando profería que las ballenas no me importaban ni un poco.

La moda ecologista de los medios de comunicación es absolutamente declamatoria, idéntica a la del 90% de la sociedad en nuestro país.
El caso de mi amigo es legítimo. Digo… está en ese 10% genuino, que intenta hacer que el otro 90% tome conciencia. Aún así, e incluso reconociendo cosas muy positivas de “este gobierno”, el ha inclinado la balanza levemente en contra, por entender, entre otras cosas, que estos temas son fundamentales.

Creo que las grandes causas, las que cambian la historia, las que se podrían denominar, como mínimo, de índole profundamente reformista, deben tener amplio consenso en la base misma del pueblo. Después habrá que redactar la letra chica como toda ley, pero el empujón hacia el cambio necesita de una chispa que encienda y de gran masa crítica que colabore para alimentar el fuego.
Por otra parte, creo que no se pueden anticipar procesos. Como en el aprendizaje de un niño sería imposible el pensamiento anticipatorio, antes que tenga un pensamiento concreto.

Así las cosas, creo que “este gobierno” está haciendo mucho por la ecología. Mucho más de lo que podemos ver con la natural mentalidad cortoplacista que solemos tener. Muchísimo más que gobiernos anteriores.

El intento de una sociedad más justa, el reposicionamiento del trabajo a un lugar de dignidad, la inversión en educación, la apuesta a bajar la indigencia y los niveles de pobreza, la búsqueda de la verdad, la memoria y la justicia, la pelea por asegurar un plato de comida, la lucha por la soberanía política y la democratización de la información como derecho, son los cimientos esenciales para ir por causas mucho más ambiciosas.
Eso es construcción de pensamiento anticipatorio generalizado que pueda darnos masa crítica para militar causas tan grandes como la ecología verdadera. No la meramente declamatoria y falsa.

Claro, que quien tenga solucionado su presente y su futuro desde el punto de vista económico, educativo y social, ya quiere hoy esas reformas más grandes. Más, quien no tiene asegurado ni siquiera el alimento, no puede pensar que en 20 años la tala indiscriminada, el glifosato, o el cianuro, nos mataran a todos. Ese actor social que corre detrás de un sustento inmediato, está casi muerto hoy. Forzarlo a ser un militante de mega causas ecológicas es darle una 45 para que se suicide. Obligarlo a que desarrolle un pensamiento anticipatorio mágico y similar a quien si puede pensar 20 o 30 años hacia adelante, es imposible, ya que está en medio de un pensamiento más que concreto: Sobrevivir. Incluso hasta me parece egoísta. Es como decirle a alguien que se preocupe por tus nietos mientras vos no haces nada por él, ahora mismo.

Si por el contrario, todos quienes pueden adelantarse, ayudan a que lo antes posible nos desarrollemos juntos, es probable que en menos tiempo tengamos buena masa crítica que se interpele por temas menos urgentes y más importantes.

Si este gobierno continúa con el mismo rumbo, es natural que en algún momento la gente piense en su futuro. Hace siete años no podíamos prever ni una hora del presente. Hoy, un trabajador griego o español, no está pensando en buques balleneros ni en el recalentamiento de la capa de ozono.

¿Pero entonces es ilegítimo ser un militante verdadero de la ecología? De ninguna manera. Nunca está de más intentar adeptos para buenas causas. La clave es, ya que hablamos del tema, que el árbol nos permita ver el bosque con plenitud. De lo contrario, el reclamo por la ley de glaciares, la minería a cielo abierto y el glifosato se transformaran en funcionales argumentaciones (ya que están cada vez más escasos) de la misma derecha vernácula que promovió, promueve y alienta cualquier cosa que atente contra la ecología.

Resumiendo. No podemos pedirle todavía, a una persona en situación de vulnerabilidad, que nos ayude a cuidar el planeta, cuando se está cayendo de él. Lo más solidario es tenderle una mano, armarse de paciencia y esperar un poco más para que, ese planeta, nos contenga a todos.

Gustavo Romans