Por Carlos Garcia
En política no hay actos ingenuos, la presencia de dos ministros del macrismo en la asunción como intendente de Mario Meoni, y su posterior retribución, con la asistencia a la jura de Mauricio Macri el día viernes pasado, nos pueden dar una idea de cuáles son las cartas que el camaleónico Meoni puede jugar en los próximos meses. Pero no son las únicas.
Desde la debacle radical de octubre, se ha impuesto en la UCR una revisión de lo sucedido y se ha manifestado, más allá que algunos no lo quieran aceptar, la necesidad de un recambio dirigencial urgente.
El juninense fue uno de los que primero dirigió sus dardos a la conducción alfonsinista y se inscribió en “la liga de intendentes”, convocada por el cordobés Ramón Mestre.
Esta postura no se condice con los hechos, ya que Meoni habla con otros intendentes radicales, dirigentes y amigos del partido, a los cuales les transmite su intención de trabajar por la reconstrucción del centenario partido, pero en los hechos actúa como si el Radicalismo fuera un espacio político que ya no lo contiene.
Por otro lado, no son pocos los que manejan la información que Meoni envío a sus dos legisladoras provinciales a iniciar contactos con el oficialismo bonaerense, para tratar de acercarse nuevamente al calor del poder K, pero hasta ahora solo ha recibido hielo como respuesta.
Sin dudas, el proyecto originario que lo puso en el sillón de calle Rivadavia hace ocho años, ha ido mutando. En un primer momento, la confluencia de líneas internas apoyando su figura, la apertura hacia sus funcionarios y la posibilidad del debate de ideas, le dio una impronta de la que hoy carece.
Esa primera elección en el año 2003, lo llevo en la boleta radical. Su primera reelección se dio bajo el paraguas de la concertación y su alianza con Néstor Kirchner. La elección de octubre de 2011, que no sin sufrimiento, lo puso nuevamente como una de las referencias ganadoras de la provincia de Buenos Aires, lo tuvo dentro de UDESO, un envase electoralista fallido.
Su falta de apego al Radicalismo, sus constantes oscilaciones entre buscar su vuelta al Kirchnerismo o convertirse en un referente PRO, lo ha convertido en un dirigente poco confiable para sus pares.
Es cada vez más notorio, su cambio a un proyecto político personalista, en el cual el diálogo y el intercambio de opiniones sobre la política, la gestión y las políticas públicas no tienen lugar.
Mario Meoni ha decidido transitar este nuevo mandato como intendente desde la intemperie.
Es una apuesta grande, ya que puede resultar en la construcción de un nuevo liderazgo que lo posicione en el escenario nacional o provincial, o puede caer en el ostracismo político definitivo.
En el escenario local, la recomposición de su gabinete y el relanzamiento de la gestión, son las principales armas que dispone para poder continuar con su periplo de búsqueda de un espacio político que lo cobije.
Esta también es una jugada fuerte, ya que sus inseguridades lo han llevado a prescindir de su principal armador político y el hombre que le garantizaba la contención de la gestión municipal cuando él no estaba, cosa que se dio con frecuencia en los últimos años.
Por el contrario, ha decidido rodearse solamente por aquellos que le obedecen ciegamente, sin planteos ni reproches, actitudes propias de un grupo de muchachos caracterizados por el enanismo político.
Como decía Hamlet, ser o no ser, esa es la cuestión…
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