Pobre Damián… un amigo mío.
El domingo aprovechando que no había futbol de primera división se acostó a dormir una siestita. Me contó que tuvo un sueño, mientras dormía, que le pareció real. Tan real, que se despertó sobresaltado.
Soñó que había una ciudad donde el Intendente y el director de un diario, luego de meses de encontronazos, amenazas, intentos de desestabilizaciones, coimas, pedidos de publicidad y hasta puteadas, habían llegado a un acuerdo. El director de ese diario, tenía órdenes de los dueños del medio de indagar sobre un tema relacionado con el narcotráfico en la ciudad y encontrar responsables, pero luego de comprobar que la trama de complicidades y corrupción era interminable, decidió culpar a un pez gordo pero sólo a ese pez gordo y nada más.
Me contó que el sueño era como si fuera real, como si estuviera viendo las cosas. Que veía como en un plasma de 42 pulgadas, que dos semanas antes de unas elecciones importantes se habían encontrado, el director del diario y el Intendente en un bar muy paquete de la calle Reconquista, en la Capital del país y que el Intendente estaba acompañado por un asesor muy cercano y el director del diario por un hombre de finanzas mandado por los dueños.
Dice que en ese sueño veía como hablaban sonrientes y amables sobre el tema. Que más allá de las diferencias irreconciliables entre ambos, parece que tenían un enemigo en común. Un colaborador del propio Intendente que siempre lo había sostenido políticamente pero que a raíz de algunas conductas poco aceptables en la sociedad de esa ciudad, convenía sacárselo de encima. Lo mismo para el hombre de prensa, que comprobando que para desmantelar una organización delictiva que involucraba a jueces, funcionarios municipales, fiscales, policías, comerciantes y altos apellidos encumbrados de esa sociedad, se conformaba con que rodara la cabeza de, al menos, el hombre más visible.
Así pues habían hecho, según me contaba mi amigo Damián que soñó el domingo por la tarde. Todos contentos en esa reunión. Para los verdaderos dueños del narcotráfico en la ciudad, la complicidad y corrupción necesaria para el negocio seguiría asegurada y para el periodista llegaría la gloria de haberse cargado a ese pez gordo del que todos hablaban.
Y??? - pregunté yo ansioso, luego de una pausa larga en el relato de mi amigo.
Y me desperté - me dijo mi amigo…
Qué lástima! – le dije. Es un sueño raro, pero con una trama apasionante, parece como si fuera una historia real – arremetí entusiasmado.
Pavadas que uno sueña – dijo mi amigo Damián.
Seguí soñando otro día y podrías escribir un libro Damián!!! – lo animé yo. Porque, en realidad sería muy bueno un libro con una historia así, claro con el final completo….
Bueno, no hay que perder las esperanzas. Por ahí mi amigo vuelve a soñar y me cuenta el final de esta historia. Ya que sueña cosas tan extrañas!!!
1 comentario:
lo defendes al gordo itiz roman NO TENES CARA
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