El dólar, el dólar… Escuché a varios tipos, que nunca pasaron de tener el dólar de la suerte en la billetera, preocupados por la posibilidad de que algún día no pudieran comprar el billete verde. Tilingos.
Quienes, de algún modo, sentimos pertenencia al amplio (muy amplio) abanico del campo popular, solemos atribuir ese tipo de comportamiento vuelo corto a la clásica “clase media”. Allí pareciera terminar el análisis. - Y… ¿qué queres? Es la típica reacción de la “clase media” – se dice.
Sin embargo, creer que cuando uno camina por la calle, el 54,11% de las personas que se cruza son pares, militantes entusiastas, fervientes revolucionarios que están dispuestos a dar la vida por el proyecto Nacional y Popular, es una estupidez tan obvia que no merece ningún análisis. Hay una gran mayoría de esa increíble masa de votos a Cristina que está dispuesta a dar un salto ágil ante un mínimo problema. Aún cuando alguna hueste militante, más parecida a los alumnos de Rainer Wenger en “La Ola”, cante el “Nunca Menos” cuatro veces cada media hora y se embriague con Stella Artois imaginando la última etapa de la revolución, la masa crítica necesaria para seguir encontrando grietas y avanzar en la profundización, es minoritaria todavía. Es cierto que es muchísima comparada con la crisis del 2001, pero insuficiente aún para emprender grandes reformas en el estado, en la justicia y renovación en el sindicalismo. Al menos de un plumazo.
Creo que el divorcio temporal que muchos izquierdistas tienen con el Peronismo pasa por allí. No entienden como ellos con su morral de hilo tejido en la feria hippie, con sus libros de filosofía y su “distancia óptima” con las “clases trabajadoras”, con su look prolijamente desarreglado y su disfraz de pobre, no logran permear sus ideas en el pueblo, mientras que cualquier peronista, al grito de “Viva Perón Carajo!” los contagia de un espíritu de participación que es al que temen de verdad las corporaciones. Y, si, claro. Cada tanto, la misma arenga arrea gente para cosas como el Menemismo. Los riesgos son esos.
Y el Kirchnerísmo tiene algo de esos militantes embriagados en litros interminables de elixir post electoral. Mucho aspirante a Cacho El Kadri después de haber leído "Jallalla" de Sandra Russo. Esos que te hablan de la “clase media” como si fuera el enemigo que hay que aniquilar sin comprender que la gran mayoría conforma el actor social que votó en octubre a CFK. Claro, que el Kirchnerísmo, también tiene los mejores cuadros políticos y técnicos del país en muchos años. Los que si tienen muy clara la composición de ese 54,11% de votos. En particular, muy en particular, nada menos que La Presidenta, que avanza y profundiza sin dinamitar con trotyl nada. Por el contrario, construye un trabajoso armado de hormiguitas que va lentamente articulando esos avances que amplían ciudadanía y cercenan privilegios a los sectores más poderosos.
Por eso, mientras tanto, es preferible abrirle un poco el grifo al tilingo que quiere comprar 140 dólares. Y él mientras tanto significa, mientras intentamos avanzar un pasito más, mientras seguimos dando sin cuartel esta batalla cultural de la que tanto hablamos. Mientras, incluso, nos sacamos de encima a los que agarraron la garrocha y a los que piensan que, sólo cantando el candombe, vamos a cambiar La Patria.
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