A los 90 años, mi abuela Angelita, se levantó bien temprano el pasado domingo 14. Los ruidos de la pava de aluminio sobre la cocina alertaron a mi mamá, que se despertó y la fue a interrogar. ¿Qué haces tan temprano levantada? Dijo mi vieja. ¿Qué hora es? Preguntó Angelita. Las 7 y media mamá, le respondió su hija con cierto enfado. Lo que pasa que tengo que ir a votar, siguió Angelita. ¿Vas a ir a votar al final? Siguió interrogando mi madre. La noche anterior, y la anterior, habían estado hablando sobre el tema. Angelita no estaba decidida a ir a votar. Que si hacía frío, que si llovía, que son como 6 cuadras hasta la escuela, que por ahí no se sentía bien. Pero lo cierto es que 48 horas antes del día de los comicios mi abuela de 90 años logró instalar en la agenda familiar el tema de su votación como prioridad. Claro… nadie quiere que se caiga, o que se agarre una gripe, o que se maree o tenga un bajón de presión. Así que toda la familia pendiente de la decisión de la abuela.
Acordate que no es obligación, dijo mi mamá como argumento final para disuadirla del operativo voto 2011. Pero Angelita se tomó el té con leche con cuatro serranitas y dulce de zapallo casero y empezó los preparativos. Se vistió pintona, se pintó los labios y se puso un perfume floral esquicito, el mismo que recuerdo desde que soy niño. Se metió en su habitación por última vez y la llamó a mi mamá para que la ayudara a doblar la boleta.
Caminó las 6 cuadras de ida con lentitud pero con firmeza y a las 8:40 estaba haciendo la cola. Esperó 10 minutos, entró al cuarto oscuro y salió bien rápido. Tenía la boleta preparada. Caminó otra vez las 6 cuadras de vuelta y se sentó a descansar en la silla petisa con el sabor del deber cumplido. La abuela votó. Escribió mi vieja un sms a los integrantes de la familia.
Ayer a la tardecita fui a tomar mates con Angelita. Estoy contenta me dijo…. Viste? Ganó Cristina, siguió. Si claro, le dije, robó. Qué lindo… se alegró. Yo para hacerle una broma le dije ¿Vos me imagino que la votaste no? Ja!!! Qué te parece, me respondió enseguida. Y, también… con lo que les aumentó a los jubilados, como no la vas a votar, le seguí la conversación. Y ahí Angelita se puso seria, me miró con mucha sinceridad y sus profundos ojos celestes gastados se llenaron de ternura para hablarme.
No… no… me dijo suavecito, como en secreto... ¿Sabés por que la voté? Me preguntó. Porque estoy cansada de que la traten mal a Cristina.
7 comentarios:
¡Precioso!
¡Cuánta ternura! Ternura de mujer mayor, hacia la madraza de nuestra Presidenta.
Muy bueno, historia repetida por todo lo ancho y lo largo de este bendito país.
Un beso a la abuela y el 23 llevala en taxi.
Mi viejo tiene 87 años, hizo el mismo recorrido, pero antes trató de convencer a unos vecinos.
mi abuela, peronista de toda su vida también votó...y también a cristina! la familia tenía miedo que lo votara a duhalde, porque es de las peronistas que votan al pj sea quien sea el candidato...pero no, nos sorprendió a todos gratamente, y muy agradecidamente, puso su voto a nustra presidenta! tiene 88 años!
A mi mesa vino a votar un viejito del que no puedo decir la edad, pero sí que superaba largamente los 80's, orgulloso dentro de su traje con chaleco y corbata. Se notaba que se había empilchado para ir a votar, me emocionó hasta las lágrimas (sí, soy una llorona perdida) igual que ahora leyendo la historia de tu abuela.
Un abrazo compañero!
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