Fue polémica y especial. Supo ganarse la simpatía y el amor de los que nada tenían y a quién ella siempre acogió como sus hermanos directos.
María Eva Duarte de Perón, como se llamó al principio; Eva Perón, como se la conoció en los últimos años; Evita, como la bautizó el pueblo.
Rompió todos los precedentes históricos y definió una modalidad nunca vista hasta entonces en Argentina y, quizás tampoco, en el mundo.
Esta luchadora por los derechos de los sin derecho, suscitó a la vez intensos sentimientos y emociones profunda, pero lo único que jamás provocó fue la indiferencia.
Hoy, a 92 años de su nacimiento, la sentimos presente y revolucionaria.
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