22/4/11

¿Eso era todo Varguitas?

Tanta propaganda, tanta fanfarria, tanto proselitismo al pedo… ¿Eso era todo Varguitas? Que pelotudez, que montaje patético de un republicanismo blanco, patricio y burgués, que lo que queda de una oposición vergonzante que trae con viáticos pagos a un señor a decir lo mismo que el agropiquetero De Angelìs, pero esgrimiendo pergaminos ganados genuinamente en otros territorios, como la literatura.

Que la crispación, que los autoritarismos, que los populismos y que tal y tal. Un obvio intento por hacer aparecer a este Gobierno como una dictadura a la que hay que agradecerle por hablar, al resaltar el “gesto” de la Presidenta en “permitirle expresarse”. Un discurso de corte menemista, como si lo hubiera dicho Asís o cualquier otro impresentable contratado por Clarín, pero en la voz de un tipo que supo ganarse respeto y altura intelectual por escribir cuestiones que no tienen que ver con la política, o mucho peor,
cada vez que se a internado en caminos políticos, ha obtenido resultados diametralmente opuestos a los que supo conseguir como escritor. Y no hablo de lo electoral. Menen ganó dos elecciones. Hablo de los resultados al final de alguna gestión que te permitan demostrar, en los hechos, que lo que anduviste hablando al pedo por todos lados, con viáticos pagos, se puede aplicar con resultados hacia el pueblo.
Tan de vuelito bajo tu discursito, que no hace falta ni Forster, ni González, ni Feinmann. El Gustavito Romans, de Baigorrita, el hijo de la Nelly, se te anima a decirte que, cuando quieras, hablamos un ratito de política. Pagas vos los vinos, claro. Igual somos baratitos los populachos.

Así que Varguitas… Te felicito por llevarte un lindo paquete de plata, alquilando por un par de días tu cuerpo con cartel de Nóbel a una horda embrutecida de desesperados corporativistas, me alegro que hayas podido “expresar en absoluta libertad” tus cortìsimas y atrasadas ideas y hasta tu vuelta.

Ahora a seguir leyendo “las zonceras de Aníbal”.
A propósito. Después de la visita de Varguitas se me ocurrió una zoncerita para anotar en las páginas finales del libro de Fernández. Chiquita... muy chiquita.

1 comentario:

Anónimo dijo...

excelente reflexion