23/12/10

"Bayoooo"...

Por estos días, (el año pesa bastante), no ando con muchas ganas de escribir mucho, de hacer el esfuerzo de mirar un poquito más a ver que se ve o formar mi verdad relativa para compartirla con los lectores del blog.

Esta medio rarito todo. Es como que el ambiente político también siente el peso de fin de año y todo se vuelve como en cámara lenta, con el arrastre del sonido grave, que hay que hacer un esfuerzo muy grande para entender. O como la señal del teléfono celular cuando se entrecorta, entonces el diálogo con el otro sale así, trabajoso, entendido a medias, repitiendo, a los gritos. Una porquería.

El Vasco Gutiérrez, (él decía que era vasco) un solterón que le gustaba el trago, vendedor de leña y carbón, recorría las calles de algunos barrios de la ciudad con un carro tirado por un viejo bayo que lento lo llevaba firme para todos lados. “Bayoooo”... decía el vasco, apagando la letra o de a poco. Tanto para arrancar como para parar. “Bayoooo”...´Cuando se bajaba del carro, lo palmeaba en una de las ancas al caballo.


Durante el invierno los clientes eran casi todos particulares y vendía leña de eucalipto en bolsas grandes de 30 kilos. Troncos cortitos y partidos para que entraran por la puerta de la salamandra de fundición. En verano mechaba los clientes particulares más copetudos que le compraban para asar, con despensas y almacenes a los cuales proveía de leña fraccionada en bolsas de 10 kilos y carbón que le compraba al depósito de Richelmini.

Casi todos los días, cuando yo volvía de la escuela 12, a las 12 y cuarto más o menos, el Vasco Gutiérrez estaba sentado junto a una mesa a la sombra de los paraísos en la vereda del boliche de Juan Correa, en Córdoba y Republica, con una copita de caña. Y si no estaba llegaba a los pocos minutos. “Bayoooo”... se escuchaba, y el vasco bajaba, palmeaba el anca del pingo y saludaba. Yo siempre me quedaba al lado del caballo, porque le acariciaba el hocico y le daba pasto en la boca. El bayo sin molestarse me daba el gusto. Su dueño miraba, pero sin que se note, conforme supongo. Nunca me habló. Se hablaba entre grandes en esa esquina.

El vasco se tomaba despacito la copita de caña y saludaba a cada uno con alguna frase hecha, siempre de manera cansina, pero amable.

Varias veces lo escuche responder la misma cosa cuando le preguntaban: “¿Tomando una cañita vasco?”. Entonces el vasco siempre respondía. “Y si... hay que celebrar pa´ que se repita.” De alguna manera entendía que esa mañana le había ido bien y se tomaba un tiempo para desearse la misma suerte para el resto de la jornada.

Ayer, cuando veía como después de largas tres décadas los asesinos y genocidas eran sentenciados a perpetua y cárcel común, me emocioné mucho. Pensé que hace unos pocos años no hubiera podido creer que fuera posible. Me acordé mucho de Néstor Kirchner. Pensé que fue él quien propició el terreno para que finalmente la justicia pueda actuar como corresponde y poner las cosas en su lugar. Pensé en la militancia incansable de madres, hijos y abuelas. Pensé en esas caras estampadas en blanco y negro que las Madres de Plaza de Mayo han cargado en carteles tantos años. Esas caras que parecían sonreír tan solo un poco después de tanto pisoteo.

Pero más a la noche, cuando racionalicé que había vivido un día histórico para el país, fue que me acordé de la frase del vasco. De pronto me vino a la cabeza la inconfundible vos de él diciendo "Bayoooo"... y sentí como una palmada en el hombro, de amigo, de alegría, de "vamos, que vamos bien"...
Serví un culito de caña en un vasito chiquito, lo levanté bien alto, y ... adentro de un golpe. Porque todavía hay muchos asesinos y colaboracionistas sueltos. Faltan muchos todavía.
Y por eso hay que celebrar.
Para que se repita.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡BUENISIMO GUSTAVO QUERIDO!
Justito, ni más ni menos, "al dente".
Un abrazo
MARIO EL DE LAS MONTAÑAS

Anónimo dijo...

Yo tampoco creí que iba a ver estos momentos de la historia, realmente casi no lo puedo creer.
Te felicito por este post
Don Zoilo

CC tierraDeFuego dijo...

Salúte Gustavo, cuántos sentimientos encontrados. Es un hito en nuestra historia. La única paz que sirve es la que se construye con justicia, "ni olvido ni perdón".
CCTierradefuego