A fines de septiembre se estrenó la película “Sin Retorno” que protagoniza Leonardo Sbaraglia y dirige Miguel Cohan. El éxito es impresionante, inclusive en España, y el título del largometraje es muy oportuno para describir el momento de algunos dirigentes de la oposición, que luego de haber, hasta deseado públicamente la muerte de Néstor Kirchner, han quedado al descubierto frente al clamor popular que no deja de llorar al líder patagónico y pide que su esposa, la Presidenta Cristina, continúe y profundice los cambios y las políticas de un proyecto que claramente ha beneficiado a millones en el país.
Pero no es casual que cite esta película, en la que también actúan Federico Luppi y Luis Machín. La historia que se cuenta en la misma también tiene que ver con la coyuntura que tanto se debate sobre los medios de comunicación y el manejo de la agenda de todo. Porque resulta que en esta ficción, son los medios quienes presionan tanto que terminan sentando en el banquillo de los acusados a un inocente. La opinión pública contaminada por los medios monopólicos, presiona a la justicia de tal forma que el argumento se torna en un viaje, muy bien llamado “Sin Retorno”.
No es muy distinto a lo que ha sucedido en nuestro país desde marzo de 2008, cuando los monopolios de la comunicación empiezan a construir un relato que erige a Kirchner como el peor enemigo de la gente.
Ese espiral de mentiras crece de tal manera, que todos colaboran con la construcción. No solo las corporaciones y los medios (que tienen sobrados intereses particulares para oponerse a un proyecto político), sino que los mismos opositores políticos, (que teóricamente se arrogan la representación de los intereses del pueblo) son los que ayudan a cimentar esa idea, sino que luego, terminarán creyéndola hasta que chocan de bruces con la realidad de millones de personas llorando la partida imprevista de quien habría sido un desalmado.
De ese relato armado durante tanto tiempo, no hay retorno. Porque la muerte de Kirchner, no sólo obliga a revisar la gestión de su presidencia, sino que pone al descubierto las profecías incumplidas de quienes auguraban algo así como el final de los tiempos.
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