12/4/10

¿Porqué los médicos torturaban?

Escribe: Héctor Pellizzi (*)

El Juramento Hipocrático, es un juramento público, bajo palabra de honor que pueden denunciar los que se gradúan en medicina ante los otros médicos y ante la comunidad. Su contenido es de carácter ético y entre otras cosas dice:
“ …Prometo solemnemente consagrar mi vida al servicio de la humanidad…” “…Ejercer mi profesión dignamente y a conciencia...” “…Velar solícitamente, y ante todo, por la salud de mi paciente…” “…Hacer caso omiso de credos políticos y religiosos, nacionalidades, razas, rangos sociales y económicos, evitando que se interpongan entre mis servicios profesionales y mi paciente…” “…Mantener sumo respeto por la vida humana, desde el momento mismo de la concepción; y no utilizar -ni incluso por amenaza- mis conocimientos médicos para contravenir las leyes de la humanidad…” ”Solemne y espontáneamente, bajo mi palabra de honor, prometo cumplir lo antedicho...”

En Junín, durante el período de la dictadura cívico-militar, cada vez más cívica, innumerables médicos de nuestra sociedad, sociedad sumisa y obediente al poder económico, judicial y político, actuaron de forma bárbara e incomprensible, con ciudadanos amordazados, encapuchados y esposados por la espalda.
Sigue el relato de las víctimas de tormentos y torturas que declararon ante el Juez por gravísimos delitos que se registraron en la Subzona 1.3. de la
Zona 1, bajo subordinación de los mandos militares del Primer
Cuerpo del Ejército, representado por el jefe del Comando de Artillería 101 de Junín, a cargo del Coronel Félix Camblor, quien se desempeñó en el Comando citado, entre los años 1976 y 1977 y que habría fallecido el 8 de septiembre de 2005.

Testigo 1

“Desde mi celda se escuchaban los gritos de los torturados, hasta los vecinos del lugar escuchaban. Por esta razón, por los gritos, cuando me estaban torturando me taparon la boca, no pude respirar. La imagen que tengo es que iba por un tubo que se afinaba, se afinaba y “pack”, no vi más nada. No sé cuanto tiempo estuve así. Lo que escuché cuando empecé a recuperarme, que un médico le dijo a alguien que sería conveniente que me llevaran a un hospital y el otro le dijo que de ninguna manera y que si me moría nos mataban a todos, que éramos catorce…” “… mucho tiempo más tarde por comentarios me dijeron que este médico era Aldo Chiachietta…”

Testigo 2

“La situación que quiero relatar es que un momento, yo me sentía tan mal, cuando
estaba detenida con las presas comunes, que vino a verme un médico de la policía,
el Dr. Aldo Chiacheta, que había sido compañero mío del secundario. Me tomó la
presión, me dio unas pastillas y nada más. Simuló no conocerme…”

Testigo 3

“Me llevan para arriba, a cara descubierta. Ahí es que veo todo el lugar. Veo un
escritorio con un montón de cables y un elástico de cama en el suelo. Parecía que
tenía una colchoneta. El comisario Penna dice: Acuéstenlo. Cuando me dan vuelta veo que entra el médico Farah, y pregunta: ‘¿y la capucha?’. Ahí me encapuchan. Me tortura Penna, me tortura Esterlich, a quien le decían “El caballo” por la forma de torturar. Farah decía: ‘dale que aguanta’ y me daban más máquina…”



testigo 4

“Cuando fuimos a la comisaría, después de varios días de torturas en un lugar clandestino, se veían los resultados de la picana, los dedos quemados y el calambre intenso. Esta operación se repitió el lunes, el martes y el miércoles. La situación era similar, empezaban los interrogatorios, si conocía a tal persona o a tal otra, cuál era la actividad política. Una noche lo vi a De Siervo, otra a Pajoni y a Arce, las vendas se iban aflojando y se podía ver un poco. Hubo un médico
que fue ahí, el Dr. Sardaña, quien ante el estado de shock de De Siervo lo
reanimó. El Dr. Sardaña no tenía nada que ver. Cuando nos sacaron la venda
pude identificar a Aldo Chiachietta, médico de la policía. Ellos pensaban que
después de cuatro días en la oscuridad, uno no iba a poder ver bien. La venda me
la saca el jueves a la noche. Cuando empieza el buen trato, comienzan a
amansarnos…”

Testigo 5

“A la semana de su llegada a San Nicolás, lo pudimos ir a ver. Estaba delgadísimo, dijo que en la cárcel lo habían torturado, que durante la tortura estaba presente el Dr. Chiachietta -amigo nuestro-, que en San Nicolás él sentía que a sus compañeros de cautiverio los llevaban, los golpeaban y los traían destrozados, que a él siempre le habían dicho que yo estaba presa, que me estaban torturando; todo esto, destinado a sacarle algún tipo de información…”

¿Algún día esta sociedad sumisa y obediente a los poderes instalados alrededor de la Plaza 25 de Mayo, tendrá un surto de dignidad y condenará socialmente, pero de forma categórica a todos los miserables cómplices de la última dictadura?
(*) Periodista, investigador, escritor (Publicó el libro "El orden de la tumbas" donde analiza, investiga y denuncia la complicidad civil durante la última dictadura militar) . Director del Centro Cultural Dante Balestro, Secretario de Organización de APENOBA (Asociación de Periodistas del Noroseste Bonaerense en FATPREN), integrante de Carta Abierta Junín.

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