Si tienen ganas de leer un rato, voy a ser auto referencial absolutamente, así que... el que avisa no traiciona he!! Si no pregúntenle a Cobos que de traición tiene un master.
Resulta que había preparado unas palabras para hablar en lugar importante, sobre derechos humanos y coyuntura política y el evento se suspendió. Así que me quedé con las palabras en el garguero.
Para ese entonces ya había consultado con la gente que me quiere bonito, sobre la manera que debía decir lo que tenía ganas de decir, para ser breve y directo, ante lo que se suponía era un auditorio diverso y con otros participantes en el panel. Recurrí a la interminable de Mariela que me aportó algunas soluciones magistrales en cuanto a la contundencia política, pero como aún me faltaba darle un sentido humano me acordé de mi amigo Mario, allá lejano en Chos Malal y hablé con él sobre el tema.
Finalmente me ha quedado muy breve lo que iba a decir y me parece una buena idea compartirlo con ustedes.
Me he preguntado muchas veces que se ha movilizado en mi y cuando, para que me haya transformado en un militante por los derechos humanos. Esos que dicen “tengo que cerrar la jeta con esta manga de imbéciles” (en una reunión cualquiera) y finalmente me salga la indignación desde adentro y vomite mi opinión sobre el tema. De esos que, sin tener parientes, amigos o vecinos familiares o víctimas de desaparecidos, ponen en el centro de la cuestión siempre y antes que nada los derechos humanos. Nunca pude encontrar esas respuestas tan sencillas.
Cierta vez, un desconocido, en una reunión casual, y ante un ataque de sinceridad mío me preguntó eso. Si yo tenía parientes o amigos desaparecidos. Esa vez, desde el alma, desde el centro de las tripas y muy cansado de que me hayan preguntado varias veces lo mismo, le dije que si. Que los 30.000 eran compañeros míos, que con los matices que tuvieran cada uno, con sus errores y sus diversas ideas de encarar las cosas, en el fondo buscaban que este país fuera más justo, más para todos. Buscaban proyectos políticos que pudieran darnos a todos un presente mucho mejor que el que tenemos. Por eso los poderosos y privilegiados se aliaron con la más sangrienta y asesina dictadura y los torturaron, les robaron sus hijos, sus bienes y sembraron de violencia e injusticia todo para seguir gozando de esos privilegios.
Si ese país que pensaban esos compañeros que fueron masacrados hubiese sido posible, yo también gozaría de los resultados. Por lo tanto interpreto que lo hicieron por mí.
Siento que todos podemos ser inclaudicables en la lucha por retomar esas banderas y aunque parezca mínimo, el aporte siempre será bienvenido. Desde cualquier lugar se puede ser un militante por los derechos humanos. Lo importante es hacer ese aporte imperceptible pero infalible que terminará por derribar el muro de la impunidad donde fusilados y fusiladores somos todos víctimas del que grita: Fuego!!!
Aquí es donde entra Mario. Alguna noche de vinos largos y charlas mejores me contó la historia que Durito le contó a Marcos, y me ha parecido tan irremplazable y ejemplar para quienes luchan que a continuación se las transcribo.
DURITO DE LACANDONA Y UNA HISTORIA DE PAREDONES
Durito se lustra el caparazón mientras se prepara para el maratón de baile que, en las montañas del sureste mexicano, habrá de celebrar los 20 y 10 del EZLN. Mientras se talla la espalda con una hojita de huapac, Durito me dice: “La Historia, mi narizón cumpleañero, no es mas que un largo paredón. La lucha por el Poder no es, en realidad, más que la lucha por estar en el pelotón de fusilamiento y no frente a él. Así van cambiando el nombre y el rostro de esos patéticos soldados. Sin embargo, quien da las órdenes de ‘preparen, apunten, fuego’, es siempre el mismo”. Durito checa el brillo de su coraza con un hilo de sol que la nube, entre tanta lluvia, ha dejado llegar al suelo.
“Los desposeídos del mundo siguen pasando regularmente frente al paredón y, con la misma regularidad, reciben balas de promesas falsas, humillaciones, olvidos. Y, claro, también reciben balas de plomo. Los que logran pasar a ser del pelotón de fusilamiento, alegan méritos por cada uno de los fusilados de su bando, hacen carteles, corridos y poemas alabando el heroísmo,… y siguen disparando, ahora sobre el siguiente grupo que se forma frente al paredón”.
“Así transcurre la historia. Pero cada tanto, un rebelde llega frente al paredón. Él no disputa entre estar o no en el grupo que dispara o en el que recibe el disparo. El rebelde da la espalda al pelotón. Y no porque tenga miedo, sino porque de esa forma puede hacerle, con la uña, una rayita al muro. Después viene otro rebelde y descubre la rayita y la ahonda. Así pasan unos y otros. El muro se va debilitando y alguna vez terminará por resquebrajarse. Los políticos seguirán discutiendo y peleando por ver quién dispara, pero ya no habrá paredón ni fusilados. Y los tiros, pasadas sus rasancias máximas, terminarán por vencerse en un suelo donde los paredones sólo serán un mal recuerdo”.
“Claro que, mientras eso pasa, conviene tener un chaleco blindado y responder a las balas de plomo con idénticos argumentos”, agrega Durito.
Yo salgo afuera de la champa. Miro con escepticismo el largo paredón de la noche en las montañas del sureste mexicano. Después de un rato, intuyo, más que ver, una pequeña abolladura en un costado de la pared nocturna. Con la uña del pulgar raspo un poco más. Más tarde encuentro a un grupo de combatientes veteranos reunidos en torno a la fogata. Los conozco a todos y cada uno. Hace 10 años, salieron junto mío a un combate que prometía todo menos el retorno. Hablan del Sub Pedro. Yo los escucho en silencio. Cuando se dan cuenta de mi presencia, se ponen de pie y firmes. Les indico que en descanso.
Esperan. Yo enciendo la pipa y, ya marchándome, les digo y me digo: “Una raspadura en la noche, ésa es nuestra herencia…”
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, Noviembre del 2003, XX aniversario.
1 comentario:
Impecable como siempre El Loco y El Sup!!
Abrazo
MARIO
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