19/6/09

CONTRA Y RECONTRA


POR ORLANDO BARONE


Para ser y pertenecer hay que ser contra. No crítico ni justo. Ni ponderar lo bueno y lo malo, sino bien contra.
Luce mejor un contra que uno a favor. El que está a favor tiene que justificarse con argumentos; el contra no tiene que justificar nada, sólo oponerse.
Además el contra nunca pasa por alcahuete. El que está a favor sí.
Porque estar a favor de un gobierno, para el contra es obsceno. Aprobar es someterse.
Siempre mueve la cabeza para decir “no”. Y rechaza todo cuanto el Estado hace y proyecta –jubilaciones, créditos, obras de infraestructura, ley de medios, sostenimiento del empleo, resistencia a la crisis, etc.-. Parte de un desacierto para desaprobar el todo. Si el INDEC está mal, la Argentina está mal. Un agujerito le sirve para disfrazarlo de colador.
La de ser contra es una moda que se acentúa cuando hay un gobierno popular. Es una moda expropiadora: porque se apropia de la República , de la democracia y de las instituciones. Y hasta se apropia del himno. Y de la tribuna de doctrina y también de la ética. ¡Ah, la ética! Últimamente ha pasado a ser tan fina que sólo le compete a la gente fina. Ser un contra argentino de look actual, califica. Se luce sanamente comido; y más bien abrigado y bien habitado, no okupa.
Lo básico del contra es estar en contra. Básicamente en contra de quienes apoyan las retenciones.
Para esa parte de la sociedad ser contra es una pertenencia social. Y posicionarse en un destino geográfico que se pretende privatizar con la agresión y el escrache.
La geografía sojera es contra. Es un territorio ocupado. Si la contra pudiera exigiría para pasar por allí un salvoconducto agropecuario. Y todo a partir de un yuyo y una riqueza de tómbola. Lo más extraño en la Argentina es que la izquierda-izquierda, y la vana izquierda, por ser contras coinciden con la derecha.

El problema de la contra y recontra, es que están siempre en contra

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