15/7/11

El modelo

Por Julían Caliva
Se habla del modelo todo el tiempo, que hay que cambiarlo, que hay que profundizarlo, que hay que continuar con el mismo pero mejorándolo, que hay que volver al de los 90…. Se habla mucho, pero en más de una ocasión sin saber demasiado de que es el MODELO.

Este concepto, el del modelo, comenzó a utilizarse en la década del 90 como sinónimo y relacionado al aspecto económico, se relacionaba al modelo con la convertibilidad (un peso igual a un dólar), baja o nula inflación, prestamos, créditos y crecimiento del PBI, poco se decía de las “otras” medidas adoptadas y aplicadas que tuvieron como principal consecuencia la fragmentación social; hablamos, por ejemplo, de la flexibilización y desregulación laboral que apunto a precarizar los mercados de trabajo, a la vez que incremento la productividad y las horas trabajadas con el consiguiente aumento de la plusvalía por un lado, y la baja del poder adquisitivo de gran parte de la población. Tampoco nada se decía de la especulación financiera donde a ultranza se perseguía como único objetivo la de privilegiar la rentabilidad sobre la productividad; es decir el beneficio monetario para pocos sobre las necesidades colectivas.

Pero un MODELO es mucho más que el ámbito económico, abarca otras dimensiones, que si hay que admitirlo, están subordinadas a la dimensión económica. Por Ej. Si analizamos la dimensión política de los 90 nos encontramos como principal rasgo que la misma se caracterizaba porque la democracia era continuamente zarandeada por el mercado, ya que este imponía sus candidatos más convenientes por intermedio de la especulación, la seducción y la demagogia; utilizando las estrategias de los grandes monopolios de comunicación. Además de otras técnicas como la recaudación de votos, reforzamiento de los aparatos partidarios, auto perpetuación en el poder, etc.

De esta manera se convirtió la participación política de los ciudadanos en un simple rito electoral, donde lo que se realizaba era una simple selección de dirigentes perteneciente a una elite, con lo cual si bien había cambios en los representantes, estas elites permanecían en la esencia del poder, ya que procedían de grupos que si bien competían entre sí, terminaban constituyéndose como grupos cerrados y selectivos, siempre atentos al voto para seguir en el poder. Así, la participación pública y política del ciudadano era reducida exclusivamente a una cita electoral cada dos años, y la vida democrática de la comunidad se convirtió en una pantomima.

Seguramente el que este leyendo esta opinión a esta altura se preguntara a que viene la explicación del termino modelo, viene porque en los últimos días y a partir de haberse cerrado las listas de los candidatos a legisladores por el FPV, se escucharon las voces de los “desplazados”, de los que se quedaron afuera, realizando duros cuestionamientos a esta medida, echo en si que tuvo gran cobertura mediática por parte de Clarín y Cia. Por esto sostengo que no todos los que defienden este modelo logran comprender de que se trata: Porque este modelo, desde el punto de vista económico, se caracteriza por priorizar la producción por encima de la especulación, por devolver la plusvalía a los que la generan, por volver a tener un estado protagonista en el área económica, donde se han recuperados empresas estratégicas para el crecimiento (correos, de comunicación, astilleros, aéreas y terrestres, de energía, etc.) y donde también se crearon otras ( canales de formación laboral, de energía) y por sobre todas las cosas a impulsado al mutualismo y al cooperativismo como forma de organización productiva.

Pero la económica no es la única dimensión que ha sufrido modificaciones, también la dimensión política ha visto modificada su paradigma, ya que en los últimos tiempos se ve un mayor y sostenido crecimiento en la participación ciudadana, que se ve reflejado en las marchas de apoyo y en la de protestas, en petitorios, en los debates, en las crecientes intervenciones en las organizaciones sociales, y en disfrutar de las fiestas populares (los festejos del bicentenario y el carnaval son verdaderos ejemplos) y en salir del aislamiento virtual para disfrutar de una plaza o un paseo público. Los partidos políticos no son ajenos a estas transformaciones, ya que se ve una un aumento en la cantidad de militantes que se acercan a los mismos, sobretodos jóvenes ansiosos de querer ser parte. Y estos demandan mayor protagonismo. Luchan para lograrlo y por suerte lo obtienen, a pesar que esto le pese a Clarín, y a viejos dirigentes que dicen defender el modelo y que sin embargo extrañan la auto perpetuación en el poder.  

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