Tinino y el Pesado, dos amigos de la adolescencia, jamás rechazaban una buena pelea. En la puerta de algún baile, en un picadito, en el boliche (aclaro: boliche de copas, porque en Baigorrita boliche es lo de Molinari, lo de Geravi, lo de Montenegro). Ellos estaban, hasta esperando, que alguno lo mirara mal, le mojara la oreja, para arrancar un pleito que desembocaba en las piñas. Con mayor o menor suerte siempre peleaban. Después terminaban presos por vagos, mal entretenidos y pendencieros. Con o sin razón, siempre caían ellos en cana.
Por cobarde o por estratégico (más por lo primero) nunca me comporté así. Recuerdo las tres únicas veces que me agarré a trompadas en mi adolescencia. Las tres fueron por último recurso y porque era preferible que me rompieran la nariz a sufrir el escarnio de cagón que en un pueblo chico circula con la celeridad de una bengala. Con el tiempo desarrolle habilidades en dialéctica, cierta viveza para estar cerca de Tinino y el Pesado y una tremenda capacidad anticipatoria para evitar un desenlace que me dejara sólo dos opciones: Correr como un cobarde o pelear hasta que me quedaran los ojos en compota.
Estos últimos treinta días se advierten provocaciones muy claras sobre temas muy sensibles y muy sagrados para quienes estamos a favor de los Derechos Humanos, de la búsqueda de la verdad sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura desde el 76 al 83 y de la postura garantista y de inclusión en temas de seguridad y justicia.
El titulo de la revista Caras “Ernestina Herrera de Noble será abuela en mayo” es una de esas provocaciones. Ni hablar de Eduardo Duhalde que ante la afabilidad de Magdalena Ruiz Guiñazú dijo querer construir un gobierno para los que quieren a Videla y para los que no los quieren, o sus últimas declaraciones un día antes del 24 de marzo, proponiendo un pleisbicito para que se decida sobre la continuidad de los juicios a los militares y civiles responsables de la muerte de treinta mil personas, robo de bebes, torturas y censura.
A esto se suma el ninguneo de algunos comunicadores como Samuel Gelblung que desconocen el 24 de marzo, habiendo sido elemento propagandístico de la dictadura. O Cecilia Pando y su organización defensora de torturadores que realiza pintadas sobre los pañuelos en la plaza de mayo y no tiene empacho en amenazar que se va a dar vuelta la tortilla.
La propia censura que ejerce Clarín sobre los juicios o el tema más caliente de los hijos apropiados de Ernestina Herrera de Noble (que llaman Felipe y Marcela) y los propios periodistas de esos medios y de otros que omiten y desinforman para confundir sobre algo tan simple como la identidad de dos personas.
Las famosas declaraciones de Elisa Carrió respecto a que “los hijos de Ernestina son nuestros hijos”.
A mi llegan mails que son ireproducibles, cargados de revanchismo, de pestilente venganza, de provocación. No leen, no se informan, son ignorantes. El odio los ha cegado.
Nos están mojando la oreja. Nos están provocando. Necesitan la excusa legal. Quieren que saltemos como Tinino o el Pesado. Ruegan para que alguno vaya a prenderle fuego el diario. Requieren con urgencia que lo esperemos a Chiche Gelblung a la salida de la radio y lo linchemos. Eso quieren. Por eso nos mojan la oreja.
Putoooo... Putitooo... Tu vieja es una putaaaa... Cagónnnn... Negro de mierdaaaa.... YEGUAAAA. Así nos dicen a cada minuto... Nos taladran la cabeza buscando que saltemos. Porque dan ganas de cagarlos a trompadas, de ir y agarrarlo del cuello a Franco Salomone y decirle que se deje de mentir, de pegarle un bife a Rodríguez Saá y una patada el culo a Morales Solá. Por mentirosos, por difamadores profesionales, por funcionales, por alcahuetes y por meterse con un tema tan caro a nuestros sentimientos como los treinta mil compañeros desaparecidos, como los cuatrocientos nietos que todavía necesitamos encontrar, por saber la verdad.
Por suerte, además de evitar las peléas con las herramientas que les decía, también aprendí de Las Madres de Plaza de Mayo y de Las Abuelas de Plaza de Mayo, que luego de treinta y cuatro años siguen buscando justicia y metiendo preso a esas alimañas sin necesidad de violencia.
Tenemos el compromiso de no caer en la trampa de esas provocaciones. En general la secuencia de una guerra se origina en un problema, luego pasa a un conflicto, más tarde pasa a ser una crisis y finalmente, cuando ya no hay diálogo, se desemboca en una guerra.
Estos tipos sin escrúpulos buscan que vallamos a inmolarnos en una guerra entre hermanos. Atizan ese fuego de la crisis, alimentan con mesianismo la idea de que todo está por explotar.
Quienes tenemos la responsabilidad de levantar las banderas de miles de compañeros que dejaron la vida por un país con justicia social, debemos ser capaces de mantener el dialogo y no permitir que la secuencia pase del conflicto. Hay que problematizar cada conflicto. Abrirlo en más problemas y discutirlos todos. Dan debate por todo. Redoblar los esfuerzos en hablar y hablar. Apagar la tele y apostar a la discusión cara a cara con quien no piensa igual. Responder un mail cargado de odio con preguntas y más preguntas. No perder la comunicación aún cuando subamos al doble la dosis de antiácidos.
Porque cuando no hablemos más, cuando no discutamos más, cuando nos insultemos y nos caguemos a piedrazas, ellos abran ganado esta lucha.
Gustavo Romans
2 comentarios:
Extraordinario lo tuyo,siempre usaron el mismo sistema,pero,creo que ya aprendimos,y esas mujeres grandiosas,las madres y las abuelas de la plaza nos enseñaron como se pelea,es cierto,hay que tomar antiacidos,pero tambien mirarlos con cierta lastima,estan llenos de odio,no entienden,no pueden entender que hay mucha gente que quiere que TODOS vivamos mas o menos bien,y cada cual con sus gustos¿te pusiste alguna vez a pensar lo que debe ser vivir en esa piel? y despues te dicen que son cristianos,hay veces que creo que estan totalmento LOCOS,y que me perdonen los dementes
usted está loco
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