Un Bello golpe de efecto

Espero con ansiedad el domingo por la mañana. En general camino con mis hijos hasta el Kiosco de diarios y revistas del barrio, leo de “ojito” todas las tapas, alguna revista (mientras mis hijos me tironean hacia alguna publicación de tecnología con CD o juego de Play Station incluido), me alzo con el Página y desde que Bello empezó con sus “otras miradas” también el diario de la curia. Cuando pago, intercambio filosofías de vida, replanteos de partidos de fútbol, o Básquet, y alguito de política con mi diarero. La pregunta obligada que por naturaleza de curioso siempre hago al final es: ¿Cómo andan las ventas? (me refiero a Democracia y La Verdad y como se venden). Siempre me da un panorama completo el amigo. Completo es completo. Varios sociólogos y encuestadores tendrían envidia al escuchar en idioma de barrio un informe tan interesante.

En los últimos tiempos el diario La verdad le sacó una gran ventaja en las ventas al diario Democracia. Esa lavada de cara, esa refrescadita que Bello le aportó al diario de la iglesia con su opinión, le dio un toque de color distinto a tal punto que el propio “Chapulín Colorado” es tapa. Me imagino en épocas de Rosido intentar poner en la tapa a un negrito mexicano súper héroe y “rojito”. Sacrilegio y pecado!!! Esa ventaja en ventas que La Verdad siempre tuvo con Democracia, se amplío de una manera increíble. Eso es visible. Pero mi sociólogo me dijo algo que no esperaba. Según su análisis y recolección de testimonios: “Bello está cansando un poco”. (¿el desgaste de la gestión será?). Veamos.

Sin entrar en comparaciones, Bello es muy inteligente para escribir. No lo digo por el contenido final de sus “miradas”, sino por la efectividad visual e inmediata que provoca en un lector poco acostumbrado a ver en ese diario montajes de Photoshop, mezclando políticos con portadas de películas famosas. Terminado el artículo (salvo que los dirigentes meonistas cometan la infantilidad de responder), poco pasa. Es como ver “Los bañeros más locos del mundo”, un poquito de chingui chingui, algunas chicas sueltas de ropa y un par de humoristas contando chistes grasas. Finalizada la proyección, listo. Nada de jerarquizar un poco el mate. Pero, el adicto a esos gustos vuelve a consumir a la semana siguiente. Al fin y al cabo de eso se trata. Por eso es inteligente Bello, porque para vender diarios hacen falta buenos golpes de efecto. Es poco probable que una investigación comprometida que deje al descubierto intereses muy poderosos, salga en el diario. Y no porque Bello no sea capaz de hacerla. Capacidad le sobra.

Cuando eso se repite “mirada tras mirada” es razonable que la señora que se baja de su auto a comprar el diario pueda decir “Bello está cansando un poco”.

En particular leo a Bello por tres razones: porque me divierte imaginar, como se divierte él cuando escribe (ni hablar cuando le responden con cartas redactadas como desagravios póstumos y sagrados) porque soy un adicto a la lectura y porque escribe muy bien para los objetivos que se plantéa.

En tren de informarme debo reconocer que me gustan más los periodistas que no buscan el golpe de efecto. Si Rodolfo Walsh hubiera buscado un golpe de efecto habría denunciado que en “La Real” de Avellaneda las cucarachas inundaban la cocina y nunca hubiéramos sabido “Quien mató a Rosendo”, por ejemplo.

Por eso, como el diario principal es Pagina 12 (símbolo progre vio?), luego de la "mirada" de Bello paso a "ver" que piensa Juan Gelman, Wainfeld, José Natanson o el genial Fabián Casas (que este domingo muy especialmente me ha hecho llorar de la risa con una nota en el suplemento Radar titulada "Un día en la Cancha"), y ahí si me quedo pensando yo también.

Nobleza obliga... de vez en cuando me acuerdo de ciertas partes de “Los bañeros más locos del mundo”, mejor dicho, de ciertas partes de Mónica Gonzaga.
Gustavo Romans