Se ha dicho siempre “pueblo chico infierno grande”. Algo de verdad hay. Te ven charlando con la mujer de alguien en la esquina, en la otra cuadra ya te vieron salir de la casa a la hora que no estaba el marido y a las tres cuadras, la dejaste embarazada y se armó un quilombo bárbaro. Es así. Casi siempre.
Los pueblos chicos del interior, también tienen otras cosas. Emparejan por necesidad. Se va a la escuela con el que no tiene para comer, con el hijo del chacarero, con la hija del cerealista, con el sobrino del estanciero, con el más chico del alambrador y con el más grande del gerente de la cooperativa. Por eso emparejan. Como no hay dos escuelas todos vamos a la misma, en eso estamos emparejados. Pero desde chico la diferencia se percibe. La hija del cerealista estudia baile en una academia de la ciudad, y en cada acto la señorita la pone de protagonista en el numerito. El del gerente de la cooperativa, tiene el co-protagónico y el del estanciero será el tercero en discordia. Los demás a duras penas vamos a ser de plantita, ignoto soldado invasor o negrito candombero. Todavía recuerdo la vergüenza que me daba salir, con la cara embadurnada de corcho quemado, en patas (en pleno julio), la camisa raída y un tamborcito hecho con un tarrito de dulce de leche “El Corralito”... que papelón. Cuando los negritos salíamos a escena, y siempre salíamos todos juntos, valla a saber por que, la platea de padres susurraba un “Huhhh los negritos”, como entre ternura y lástima. Una actué de caballo blanco de San Martín. Me pusieron una calza y una polerita blanca de mi hermana sobre mi escuálido físico de ocho años, un caretón de caballo y me montaron a Rodriguito, que como no me quería taloneó de lo lindo. “Ellos” hacían los protagónicos y “nosotros”, los personajes de relleno.
Como uno es un niño, a esas alturas no se da cuenta de las diferencias, pero a medida que vas haciéndote grandecito te avivas.
A los bailes “nosotros” entrábamos de colados o lo más tarde posible para zafar de la entrada y una cerveza era de garrón o haciendo una vaca. “Ellos” entraban antes, se tomaban un wiskcola y marcaban las mejores minitas. Si había que ir a un boliche a la ciudad “nosotros” en colectivo cuatro horas antes, o a dedo, y “ellos” en la chata del viejo. En el pueblo “nosotros” andábamos a pata y “ellos” en la misma chata o en moto. “Nosotros” a tomar unos vinos en lo de Oscarcito Montenegro o en lo Molinari y “ellos” en la Juventud Agraria coca y tostado. Y así.
Cuando llegamos a grandes de verdad, “nosotros”, o nos vamos a buscar nuevos rumbos a otros lugares o trabajamos para “ellos” o los padres de “ellos” o los tíos de “ellos” o los abuelos de “ellos”.
Así que desde chico se sabe quienes somos “nosotros” y quienes “ellos”. Además ya es así desde siempre e incluso, quienes te quieren, entienden que no está mal que trabajes para “ellos”, muchas veces en negro, sin obra social y agachando la cabeza ante “el patrón”, que con el correr del tiempo van a ser “ellos” mismos y encima recordarán, sin mencionártelo, que pese a la plata, la chata, la moto y las botas de carpincho, vos le cagaste la mina porque eras más.
Por eso yo al “pueblo chico infierno grande”, desde mi pre-adolescencia le encontré otro significado que el que tiene popularmente. Comprendí que era un “infierno” atar mi futuro a un “pueblo chico” y decidí buscar nuevos caminos en “pueblos más grandes, para que el infierno fuera algo más chico”, aún a costa de menor tranquilidad, de pérdida de vínculos y de aprender contra reloj nuevas idiosincrasias. (Cocodrilo que se duerme es cartera).
Muchos de “nosotros” nos fuimos. Casi todos “ellos” se quedaron. Son más. Y sumados los que siempre han sostenido que así está bien, aún cuando son como “nosotros”, ya no hay nada para hacer. Porque depende de “ellos”.
Algunos valientes se quedaron, para pelearse de vez en cuando en la cooperadora, donde nunca te dan bola por... “loquito”.
“Ellos” no pintan la escuela entre todos los miembros de la comunidad educativa como lo haríamos “nosotros”, renegando con los chicos, tomando unos mates. “Ellos” donan un par de vacas, te organizan un desfile con los caballos cagándote toda la calle, te hacen una cena, con una tarjeta que pueden pagar “ellos”, una feria del plato para que participen las mujeres y con los fondos, pagan a un pintor, lo tienen cagando y le piden rebaja porque, al final, “la escuela es de todos”.
Cuando la patronal del campo impuso el lock out por las retenciones a la soja, se potenciaron “ellos”. ¿Cómo no iban a tener razón? Siempre la tuvieron. ¿Qué vienen a hablar ustedes? Acá las cosas son así y se acabó. Que re distribución ni que carajo!!! Que vallan a laburar!!!
Por eso los “pueblos chicos siempre fueron un infierno grande”, al menos para “nosotros”. Porque siempre hicieron lo que a “ellos” les pareció y punto. Las decisiones se tomaron siempre entre el gerente de la cooperativa, el de la cerealera, los tres o cuatro chacareros con más hectáreas, alguna maestra organizadora de numeritos escolares devenida en directora y algunos boludos útiles que servían para legitimar las decisiones. Así que los muchachos del capital sojero, convencidos hasta las muelas, cortaron todas las rutas y lo hicieron a su modo. Puteando, tirando piedras, apretando, cagándose en la legítimas decisiones de las mayorías populares, impidiendo el paso de ambulancias, tirando leche, carne, tomando de rehenes a los camioneros, desabasteciendo, con prepotencia, con las chatas, las motos, los tractores, con el costillar en la rotonda, con el peón haciéndoles el asado, y con alguna bandera y alguna escarapela que le sobró al Rodriguito que me cagó a talonazos. Viva la patria…. Y la puta que lo parió.
Pero, no son mala gente. Es verdad que la mayoría trata de evadir todos los impuestos que puede, que tienen empleados en negro, que tapan todo con plata (abortos, borracheras, doble familia y hasta algún muerto en accidente), pero son buena gente. ¿Cómo no va a ser buena gente si los vemos todos los días en el pueblo?¿Si fuimos a la escuela con ellos? Los malos están en la películas, o en la tele, pero acá no!!!
“Ellos” estaban equivocados. Al principio no se dieron cuenta, pero hoy saben que estar en contra del modelo de país que propone el gobierno es la única opción que les garantiza que las cosas sigan como hasta ahora. Ahora saben muy bien que necesitan desgastar al gobierno, limarlo, tumbarlo lo antes posible y hacer que algún Cleto vuelva todo a su lugar. Glifosato, soja y a la mierda.
Pero así como “ellos” tienen la plata, “nosotros”, hoy tenemos la voluntad popular y la desición política. Vendrán años difíciles.
Es bravo hacerles entender que, sin importar el tamaño de ningún pueblo, si logramos mayor inclusión, si “ellos” dejan de atragantarse con la tajada más grande, si pintamos la escuela entre todos, si el que no tiene para comer también puede hacer de San Martín, si sacan los tractores de arriba de la ruta, si cambian la prepotencia, si en lugar de llevar la soja al puerto la manufacturamos acá, si la que baila en la academia hace de plantita de vez en cuando, si pagan todos los impuestos, si ponen en blanco a los peones, si respetan a las mujeres, si no tapan las cosas con plata, si resignan la gerencia de la cooperativa, si se enteran de una vez que hay otras personas que somos “nosotros”. “ellos” también van a estar mejor. Este modelo está explicando y demostrando que así debe ser.
Se vuelve al “pueblo chico”. Se vuelve y se ilusiona con que se puede cambiar esa inercia de “infierno” y apaciguarla con unos baldes frescos de verdades, pero es al pedo. Los poderosos de esos “pueblos chicos” siempre ganan. Los que agachan la cabeza son funcionales y así se pasan los días, los años y a veces la vida. Entonces uno ya se va del todo, porque aunque vuelva cada tanto, no pertenece más ahí.
De tanto irme del “pueblo chico”, conocí pueblos y ciudades más grandes, y empecé a ver personas parecidas a “nosotros y a “ellos” por todos lados. Pero el infierno se puede transformar en un lugar un poco más fresco donde todos podamos vivir.
¿Y el puterío?... no me lo saquen. El puterío es vino lento en el boliche de Oscarcito Montenegro.
Gustavo Romans
Los pueblos chicos del interior, también tienen otras cosas. Emparejan por necesidad. Se va a la escuela con el que no tiene para comer, con el hijo del chacarero, con la hija del cerealista, con el sobrino del estanciero, con el más chico del alambrador y con el más grande del gerente de la cooperativa. Por eso emparejan. Como no hay dos escuelas todos vamos a la misma, en eso estamos emparejados. Pero desde chico la diferencia se percibe. La hija del cerealista estudia baile en una academia de la ciudad, y en cada acto la señorita la pone de protagonista en el numerito. El del gerente de la cooperativa, tiene el co-protagónico y el del estanciero será el tercero en discordia. Los demás a duras penas vamos a ser de plantita, ignoto soldado invasor o negrito candombero. Todavía recuerdo la vergüenza que me daba salir, con la cara embadurnada de corcho quemado, en patas (en pleno julio), la camisa raída y un tamborcito hecho con un tarrito de dulce de leche “El Corralito”... que papelón. Cuando los negritos salíamos a escena, y siempre salíamos todos juntos, valla a saber por que, la platea de padres susurraba un “Huhhh los negritos”, como entre ternura y lástima. Una actué de caballo blanco de San Martín. Me pusieron una calza y una polerita blanca de mi hermana sobre mi escuálido físico de ocho años, un caretón de caballo y me montaron a Rodriguito, que como no me quería taloneó de lo lindo. “Ellos” hacían los protagónicos y “nosotros”, los personajes de relleno.
Como uno es un niño, a esas alturas no se da cuenta de las diferencias, pero a medida que vas haciéndote grandecito te avivas.
A los bailes “nosotros” entrábamos de colados o lo más tarde posible para zafar de la entrada y una cerveza era de garrón o haciendo una vaca. “Ellos” entraban antes, se tomaban un wiskcola y marcaban las mejores minitas. Si había que ir a un boliche a la ciudad “nosotros” en colectivo cuatro horas antes, o a dedo, y “ellos” en la chata del viejo. En el pueblo “nosotros” andábamos a pata y “ellos” en la misma chata o en moto. “Nosotros” a tomar unos vinos en lo de Oscarcito Montenegro o en lo Molinari y “ellos” en la Juventud Agraria coca y tostado. Y así.
Cuando llegamos a grandes de verdad, “nosotros”, o nos vamos a buscar nuevos rumbos a otros lugares o trabajamos para “ellos” o los padres de “ellos” o los tíos de “ellos” o los abuelos de “ellos”.
Así que desde chico se sabe quienes somos “nosotros” y quienes “ellos”. Además ya es así desde siempre e incluso, quienes te quieren, entienden que no está mal que trabajes para “ellos”, muchas veces en negro, sin obra social y agachando la cabeza ante “el patrón”, que con el correr del tiempo van a ser “ellos” mismos y encima recordarán, sin mencionártelo, que pese a la plata, la chata, la moto y las botas de carpincho, vos le cagaste la mina porque eras más.
Por eso yo al “pueblo chico infierno grande”, desde mi pre-adolescencia le encontré otro significado que el que tiene popularmente. Comprendí que era un “infierno” atar mi futuro a un “pueblo chico” y decidí buscar nuevos caminos en “pueblos más grandes, para que el infierno fuera algo más chico”, aún a costa de menor tranquilidad, de pérdida de vínculos y de aprender contra reloj nuevas idiosincrasias. (Cocodrilo que se duerme es cartera).
Muchos de “nosotros” nos fuimos. Casi todos “ellos” se quedaron. Son más. Y sumados los que siempre han sostenido que así está bien, aún cuando son como “nosotros”, ya no hay nada para hacer. Porque depende de “ellos”.
Algunos valientes se quedaron, para pelearse de vez en cuando en la cooperadora, donde nunca te dan bola por... “loquito”.
“Ellos” no pintan la escuela entre todos los miembros de la comunidad educativa como lo haríamos “nosotros”, renegando con los chicos, tomando unos mates. “Ellos” donan un par de vacas, te organizan un desfile con los caballos cagándote toda la calle, te hacen una cena, con una tarjeta que pueden pagar “ellos”, una feria del plato para que participen las mujeres y con los fondos, pagan a un pintor, lo tienen cagando y le piden rebaja porque, al final, “la escuela es de todos”.
Cuando la patronal del campo impuso el lock out por las retenciones a la soja, se potenciaron “ellos”. ¿Cómo no iban a tener razón? Siempre la tuvieron. ¿Qué vienen a hablar ustedes? Acá las cosas son así y se acabó. Que re distribución ni que carajo!!! Que vallan a laburar!!!
Por eso los “pueblos chicos siempre fueron un infierno grande”, al menos para “nosotros”. Porque siempre hicieron lo que a “ellos” les pareció y punto. Las decisiones se tomaron siempre entre el gerente de la cooperativa, el de la cerealera, los tres o cuatro chacareros con más hectáreas, alguna maestra organizadora de numeritos escolares devenida en directora y algunos boludos útiles que servían para legitimar las decisiones. Así que los muchachos del capital sojero, convencidos hasta las muelas, cortaron todas las rutas y lo hicieron a su modo. Puteando, tirando piedras, apretando, cagándose en la legítimas decisiones de las mayorías populares, impidiendo el paso de ambulancias, tirando leche, carne, tomando de rehenes a los camioneros, desabasteciendo, con prepotencia, con las chatas, las motos, los tractores, con el costillar en la rotonda, con el peón haciéndoles el asado, y con alguna bandera y alguna escarapela que le sobró al Rodriguito que me cagó a talonazos. Viva la patria…. Y la puta que lo parió.
Pero, no son mala gente. Es verdad que la mayoría trata de evadir todos los impuestos que puede, que tienen empleados en negro, que tapan todo con plata (abortos, borracheras, doble familia y hasta algún muerto en accidente), pero son buena gente. ¿Cómo no va a ser buena gente si los vemos todos los días en el pueblo?¿Si fuimos a la escuela con ellos? Los malos están en la películas, o en la tele, pero acá no!!!
“Ellos” estaban equivocados. Al principio no se dieron cuenta, pero hoy saben que estar en contra del modelo de país que propone el gobierno es la única opción que les garantiza que las cosas sigan como hasta ahora. Ahora saben muy bien que necesitan desgastar al gobierno, limarlo, tumbarlo lo antes posible y hacer que algún Cleto vuelva todo a su lugar. Glifosato, soja y a la mierda.
Pero así como “ellos” tienen la plata, “nosotros”, hoy tenemos la voluntad popular y la desición política. Vendrán años difíciles.
Es bravo hacerles entender que, sin importar el tamaño de ningún pueblo, si logramos mayor inclusión, si “ellos” dejan de atragantarse con la tajada más grande, si pintamos la escuela entre todos, si el que no tiene para comer también puede hacer de San Martín, si sacan los tractores de arriba de la ruta, si cambian la prepotencia, si en lugar de llevar la soja al puerto la manufacturamos acá, si la que baila en la academia hace de plantita de vez en cuando, si pagan todos los impuestos, si ponen en blanco a los peones, si respetan a las mujeres, si no tapan las cosas con plata, si resignan la gerencia de la cooperativa, si se enteran de una vez que hay otras personas que somos “nosotros”. “ellos” también van a estar mejor. Este modelo está explicando y demostrando que así debe ser.
Se vuelve al “pueblo chico”. Se vuelve y se ilusiona con que se puede cambiar esa inercia de “infierno” y apaciguarla con unos baldes frescos de verdades, pero es al pedo. Los poderosos de esos “pueblos chicos” siempre ganan. Los que agachan la cabeza son funcionales y así se pasan los días, los años y a veces la vida. Entonces uno ya se va del todo, porque aunque vuelva cada tanto, no pertenece más ahí.
De tanto irme del “pueblo chico”, conocí pueblos y ciudades más grandes, y empecé a ver personas parecidas a “nosotros y a “ellos” por todos lados. Pero el infierno se puede transformar en un lugar un poco más fresco donde todos podamos vivir.
¿Y el puterío?... no me lo saquen. El puterío es vino lento en el boliche de Oscarcito Montenegro.
Gustavo Romans
6 comentarios:
genial tu nota gustavo, y genial el blog!!....me siento absolutamente identificada con los nosotros!!.
te digo soy maestra de teatro, me conoces de la fabrica, Virginia, y desde mi materia teatro, que doy hace años en escuelas, vengo trabajando para que en las muestras escolares no pase nunca mas lo del "arbolito", que todo el curso participe de la historia, y q los "hijos de.." se banquen actuar de san martin. Es lo que puedo ir haciendo desde mi pequeño lugar, con lo que .
¡¡Muy bueno Loco!!
Como ya dije públicamente lo firmaría hasta en el canto de la hoja. Sabés que por ahí tengo la sensación de que quienes generan esas exclusiones llevan desde muy niños la semilla de la desigualdad sembrada en el alma, porque muchas veces no advierten el mal que hacen. Cuanto menos transitan por la vida "distraídos", sin darse cuenta que su distracción lastima al mundo. MARIO EL COMBA ALONSO
¡¡Muy bueno Loco!!
Como ya dije públicamente lo firmaría hasta en el canto de la hoja. Sabés que por ahí tengo la sensación de que quienes generan esas exclusiones llevan desde muy niños la semilla de la desigualdad sembrada en el alma, porque muchas veces no advierten el mal que hacen. Cuanto menos transitan por la vida "distraídos", sin darse cuenta que su distracción lastima al mundo. MARIO EL COMBA ALONSO
Ahora si te la comento, ahora si loco!! si bien ya la había leído y concuerdo y recuerdo muchas experiencias similares vividas en este pueblo, hoy estoy inspiradísima. Hoy se viven esas situaciones con respecto al Centenario de nuestro pueblo, con respecto a los "festejos"... es muy difícil luchar contra "ellos", pero da mucha satisfacción que por lo menos una puta vez en la vida te tengan que escuchar y no sepan que mierda contestar y encima no te puedan convencer, porque "nosotros" mal que les pese, y eso lo tienen que entender, PENSAMOS, CREEMOS, ESTAMOS CONVENCIDOS Y NO NOS "INCLINAMOS" como "ellos".
Seguramente festejaran el centenario del pueblo con una gran cena para "ellos" muchos muchos "ellos"...,pero esta vez no estaremos por lo menos algunos de "nosotros"; ni haciendo de negrito con la cara pintada con corcho, ni de caballo de San Martín para que nos pateen el lomo.
Me gustó mucho esta nota Gustavo, más me gustó saber que seguis ligado a las palabras y a una serie de ideas que no se cambian ni se venden ni se entregan. No tengo esa vision tan atroz de hechos de la infancia ya que solo me importaron los "nosotros" y todavía recuerdo y disfruto a un puñado de gente que jamás ocupó ni ocupará un lugar de importancia en comision alguna ni en ninguna toma de desiciones que puedan perjudicar o dejar de lado a "nosotros".
Abrazo grande y espero verte o leerte pronto.
el toni ferreiro
Ajá, pero bien que no decís cuando hiciste aquel circo en el patio de Pancho y me hacías hacer de león (con barba de choclo simulando melenas)mientras vos hacías de domador.Jajajaja. Fuera de joda,Loco, muy bueno el blog. Duro con los casellas y reivindiquemos a los voladitas y mascovitas. Y hablando del tema(aunque me aleje un poco de su linea editorial): ¿No sabe que fue de la vida de el loco Vaca? Le agradeceré infinitamente si desentraña ese mito. Un abrazo. Bruno Vicentin
Publicar un comentario