SALGAMOS DE LA BOLSA

No pude comprobar si era verdad, pero quienes me lo contaron, no lo hicieron en ocasión específica de esa anécdota, sino como al pasar, y eso fortaleció mi creencia. Les cuento. Había una “joda” que hacían los muchachos en la cuadra de la panadería. Una macabra “joda”. Consistía en encerrar en una bolsa de arpillera a un gato. Molestarlo, golpearlo y volverlo loco con ruidos y gritos. Luego, y una vez aseguradas todas las puertas de la cuadra a oscuras, dejando la puerta del horno abierta y la luz del mismo encendida, se soltaba al pobre animal. El gato, ciego de confusión, y loco por encontrar una salida, corría desesperadamente por la cuadra mientras sus torturadores lo seguían acosando. Irremediablemente enfilaba hacía la única salida que podía ver y al ingresar moría quemado.

Desde el veintiocho de junio, quienes no ocultamos nuestra afinidad de ideas con el proyecto de país que se puso en marcha desde el 2003, parecemos un frontón. Estamos devolviendo pelotazos a cuanto jugador se pone frente a nosotros. Devolvemos planteos ignorantes, no documentados, ridículamente inventados. No paramos de someternos a un interrogatorio basado en falacias, en operativos de prensa, en intereses espurios. Devolvemos y devolvemos. Por orgullo, por pertenencia, por carácter, por sorpresa, por calentura, por memoria, por espíritu crítico. Parecemos el gato encerrado en la bolsa, a expensas de los imbéciles funcionales que se divierten tomando frases hechas de monopolios mediáticos y arrojárnosla con sorna. Ser oficialista es un delito para la tan publicitada “opinión pública”.

Tenemos que salir de la bolsa antes de que nos acorralen en la locura de intentar escapar hacía la única luz que nos proponen. Invertir el juego. Tener la paleta, no ser más el frontón.
A los imbéciles no hay que responderles más. A los que defienden intereses neoliberales noventistas hay que denunciarlos y tratar de poner al descubierto sus verdaderas intenciones. A los compañeros que están confundidos debemos tenerles paciencia y reestructurar nuestro discurso (al menos unificarlo) y volver a explicarles que país pensamos. A los compañeros que tienen responsabilidades en el gobierno debemos pedirle (y exigirles si es necesario), en estos momentos más que nunca, la mayor responsabilidad y apertura con la militancia fiel que se juega la campera sin otro interés que un proyecto nacional, popular y de inclusión.

Hace muy pocos días el Diputado Jorge Rivas respondió con absoluta convicción a una pregunta con trampa del periodista independiente (de todos menos del grupo Clarín) Ernesto Tenembaum. El periodista planteó: “¿Que te seduce del Kirchnerismo?”, y se lo preguntó como diciendo… “vos que sos inteligente, preparado, honesto ¿Qué haces con los Kirchner?”… Rivas le contestó con un categórico: “Los enemigos”.
Eso es dar vuelta el discurso. Cuando se le cuestionaba a Eduardo Buzzi y a la Federación Agraria en general sus relaciones carnales con la Sociedad Rural, los pintorescos gauchitos respondían: “Nos nos une el amor sino el espanto”.

Ya sabemos que quiere la derecha. Ya sabemos que lo que quieren es tan sencillo que se ponen de acuerdo muy rápido. No nos expliquemos más entre nosotros, los militantes, quienes son los gorilas. No perdamos si un segundo más, no gastemos una letra más, no utilicemos ni una sola gota de saliva en explicarnos entre nosotros quienes son estos tipos.
No hay más tiempo para lamentar lo que la derecha ha llamado una derrota. Hay que levantar las banderas, sacudir de un cachetazo a los compañeros que están paralizados y seguir.
Salgamos de la bolsa ya. Hay muchas ratas sueltas.

Gustavo Romans